martes, 20 de diciembre de 2011

1º Encuentro de Semimontados, por Usina de Teatro

Textos: Gen Shu Sushi, de Naruaba Richardet; Latinlovchá.Ya.Yo quiero hablar, de Jimena Inés Garrido; After Office, de Natalia Rojo, y La Madeja, de María Inés Prosdócimo; Directores/as: Pablo Martella, Julieta Reyes, María José Bormida y Martín Gaetán; Vestuaristas: Edgar Tula, Delia Puebla, Adelina Coda y Paulina Baro; Músicos/a: Cruz Zorrilla, Lucas Ramírez, Marcos Bueno y Cecilia Villalba; Iluminadores/as: Juan Manuel Costa, Pablo Género, Natalia Pitau y Mercedes Chiodi; Actores/Actrices: Jimena Inés Garrido, Paulo Colina, Hernán Rossi, Luis María Mercado, Gerardo Cordero, Cecilia Blanco, Alejandra Toledo Nespral, Mariela Chervin, Rubén Capodaqua, Martín Cabrera, Jorge Pinetta, Natalia Rita, Luciana Maltez y Davod Anaya. Sala: Las Heras Hostel, viernes 16 de diciembre de 2011, 21 horas.

Hostel, residencia predominantemente de jóvenes de distintas nacionalidades con distintas idiosincracias y distintos idiomas pero que comparten lo cotidiano: dormitorio, baño, cocina-comedor y que se comunican y entienden en el momento, sin preparación previa. Excelente elección del lugar para presentar esta experiencia llevada a cabo por las responsables de la Usina de Teatro. Porque lo que las cuatro integrantes de esta experiencia explican, en un video que se proyecta previamente a la puesta en escena de las cuatro escenas que cuatro dramaturgas escribieron como esbozo, una escena breve de una obra de teatro a concretar y que ese día viernes, a las 18 horas, actores, técnicos y directores entraron en contacto con los mismos y se distribuyeron los roles que, 3 horas después, interpretarían para los invitados.
El hostel fue literalmente invadido ya que se utilizaron como lugares de actuación una habitación del primer piso, el segundo piso, la escalera que une el primero y segundo piso, y la planta baja. Y la temática, en todas las representaciones fue la incomunicación; la incomunicación en pleno siglo XXI, siglo de la comunicación por excelencia en la que los personajes se aíslan como el padre que no camina pero que sí camina, como los oficinistas que mueven objetos y una mujer que también es tratada como un objeto, un objeto más; como el hombre que está en un plano superior y que, a pesar de lo cual está tan solo como los oficinistas que, con su soledad a cuestas, después de la oficina (after office) van a juntarse con otras soledades en los After Hours para ilusionarse de no estar solos; como los que chatean y necesitan tablets para traducir y no saben si son hombres o mujeres ni las edades que tienen, por más que lo pregunten y respondan en reiteradas oportunidades.
Considerando la juventud de las dramaturgas, es interesante, desde el punto de vista sociológico, observar que todas encaran, en esta segunda década del siglo XXI, la soledad del ser humano, especialmente en las grandes urbes. Y acertada también, como observara inteligentemente Mauro Alegret, la elección del lugar: un hostel.
Lo destacable de este proyecto encarado por la Usina de Teatro es esa manifiesta intención de regresar y rescatar los distintos roles que hacen al hecho tetral: dramaturgia, técnica, dirección y actuación. Proyectos como este los viví en 1968, en 1983 y más recientemente en un encuentro realizado a fines de los 90 o principios del 2000 llevado a cabo en una colonia de vacaciones de Río Ceballos; pero todos esos antecedentes quedaron en eso, en experimentación porque por una extraña razón, los cordobeses queremos ser dramaturgos y directores y actores y técnicos, todo al mismo tiempo, de nuestros porpios textos. Sería de suma importancia que este nuevo intento encarado por las chicas de la Usina de Teatro se concrete y empiecen, los directores, los técnicos y los actores cordobeses a encarar textos escritos por cordobeses. Pero, fundamentalmente, que se respeten los distintos roles del hecho teatral y que cada uno, en cada espectáclo que encare, asuma su rol. Porque todos y cada uno de los roles del hecho teatral son importantes y tienen el mismo nivel de importancia en el momento de presentar un espectáculo al público. Y viendo la generosidad de los y las jóvenes teatreros/as (no utilizo la palabra "teatrista" porque el sufijo "ista" significa técnico idóneo, como electricista, ebanista, maquinista, futbolista, oficinista, etc; pero nunca significa "creador") y la profesionalidad con que encaran sus trabajos, me permiten ser muy optimista. Y eso me hace muy feliz, haber sido testigo del nacimiento de la mayoría de edad del teatro cordobés.
Antes de terminar, me gustaría destacar que, en el el video que vimos en el inicio, se mostró que el teatro no es un arte popular, utilizando el término popular en su significación de masivo. Está en la responsabilidad de los actuales hacedores de teatro jóvenes, tratar de revertir esa situación y devolverle al teatro el carácter de popularidad, de masividad, que tenía en la antigüedad greco-latina.
A Jimena Inés Garrido y demás integrantes es esta movida, gracias por la invitación y gracias por haberme permitido ser testigo de este nacimiento.
José Luis Bigi