domingo, 16 de septiembre de 2012

AL FINAL DE TODAS LAS COSAS, Coproducción La Convención Teatro y DocumentA/Escénicas

En Escena: Esttefanía Moyano, Maura Sajeva e Ignacio Tamagno; Vestuario, Fotos y Entrenamiento Físico: Melina Passadore; Luces: Rafael Rodríguez; Diseño Gráfico: María Pía Reynoso; Colaboración Dramatúrgica: Maximiliano Gallo, Gastón Sironi y Maura Sajeva; Asistencia de Dirección: Bárbara Brailovsky; Dramaturgia y Dirección: Daniela Martín. Sala: DocumentA/Escénicas, viernes de septiembre 21 horas.

Los personajes, por orden de aparición:
Clitemnestra: Esposa de agamenón, madre de Ifigenia, Orestes y Electra. Engañada por su esposo, envió a Ifigenia a Áulide para casarla con Aquiles, pero el verdadero objetivo de Agamenón era sacrificarla para que Artemisas repusiera el viento y las naves pudieran zarpar hacia Troya-
Clitemnestra nunca perdonó el asesinato de Ifigenia llevado a cabo por Agamenón y, mientras éste estuvo en Troya, sucumbió al cortejo de Egisto, primo de su marido. Cuando Agamenón regresa a Micenas con Casandra, Egisto, con la complicidad de Clitemnestra, les da muerte a ambos.
Orestes: Único hijo varón de agamenón y Clitemnestra, estaba lejos de Micenas cuando mataron a su padre. A los 20 años, el oráculo de Delfos le dice que regresará a Micenas y vengará la muerte de su padre.
Electra: Hermana de Orestes. Tampoco estaba en Micenas cuando Egisto asesinó a Agamenón. Cuando Orestes regresa a Micenas, se encuentra con Electra, y entre ambos urden la venganza: matar a Egisto y a Clitemnestra.
El espectáculo:
Si el desarrollo de Griegos era atrapante porque se realizaba entre el público, Al final de... lo es por la solvencia actoral de Estefanía, Maura e Ignacio, el despojo escénico con sus paredes de piedra y ladrillo, la excelente dramaturgia y dirección de Daniela y el no menos excelente trabajo de maquillaje, peinado y vestuario.
A pesar de los prolongados silencios, la atención de nosotros, los espectadores, se mantiene constante por lo arriba indicado.
Cuando entramos a la sala, en un nicho de la pared vemos a un muchacho vestido al mejor estilo de los chicos drogadictos que viven en situación de calle, según los programas televisivos Calles Salvajes o Policías en Acción, muchacho que, de noche y si nos topamos con uno así, cruzamos de vereda, muchacho que, por momentos tiene los ojos de Jesún en el Calvario, ojos dolor y amor profundos, y en otros, sus ojos son rojos, de guerrero, como los de Agamenón, su padre.
Y entra Clitemnestra con un vestido largo, blanco y abotonado en el pecho; lentamente se cose tres dedos, la tríada, significante que más adelante significará el zurcir esa mano asesina. Lentamente sale de escena por una puerta del fondo, puerta del palacio real.
Tras un breve silencio que hace que nosotros, los espectadores, nos hiciéramos cientos de preguntas, el muchacho del nicho en la pared, de un salto, ocupa el centro de la escena. Es Orestes que ha regresado. Y lo hace siguiendo lo dicho por el oráculo de Delfos.
A Orestes le sigue Electra quien entra con un balde y un estropajo y, de rodillas, friega el piso como una sirvienta. Excelente aquí también el vestuario y el peinado.
Electra se lamenta de su presente, un presente de fregona al que la someten Clitemnestra, su madre, y Egisto, amante de Clitemnestra y asesino de su padre. Es ahí donde muestra la indignación por el asesinato de Agamenón y el asco que le produce ver a su madre compartir lecho con ese asesino; sólo espera la llegada del hermano a hacer justicia, a hacer venganza.
Se produce el encuentro de los hermanos, encuentro que tiene distintos momentos, risibles algunos, serios otros, pero que sirven para desnudar la idea que cada uno tenía del otro. Y deciden llevar adelante la venganza.
Entra en escena Clitemnestra vestida al mejor estilo de señora de mediana edad con un vaso de whisky. El vestuario, el peinado, excelentes por cierto, y sus posturas y movimientos, nos remiten inmediatamente a pensar en una de esas señoras que van a jugar a la canasta en el Jockey Club con el fin de recaudar fondos para donar a Asociaciones de Beneficencia.
Clitemnestra y Orestes cambian palabras y éste le dice que vino a drale la noticia de la muerte de su hijo, noticia que la madre recibe con gran alivio y satisfacción. ¿El oráculo no se cumpliría? Si así fuera no sería una tragedia griega.
Las escenas de Orestes con Electra y con Clitemnestra, son realmente de una intensidad tan potente que nos cargan de tensión a los espectadores.
Párrafo aparte merece el excelente final de fuerte impacto visual, auditivo y trágicodramático en el que Electra corre hacia la calle, libre al fin por haber alcanzado su objetivo, vengar la muerte de Agamenón, y Clitemnestra es arrstrada por el suelo por parte de Orestes que la jala por los pies hacia la cocina, ámbito de la servidumbre, de la faena, de la saja.Por eso, cuando termina la obra, y todos sabemos que ha terminado, no podemos aplaudir, tenemos todo el cuerpo en tensión , en tensión máxima y recién cuando los actores salen a saludar, podemos hacerlo y descargar la tensión acumulada en un verdadero acto catártico.
Por eso el aplauso es fuerte, muy fuerte y prolongado, porque los espectadores hacemos realmente catarsis, como seguramente la hicieran en el año 458 adC los espectadores griegos.
El espectáculo que nos propone la coproducción La Convención Teatro-DocumentA/Escénicas es una versión siglo XXI de un texto de Esquilo con todo el espíritu que Esquilo le diera hace dos mil cuatrocientos años. Y puedo afirmarlo porque en un momento determinado olvidé la excelente selección de vestuario, peinado y maquillaje, y me sentí en un anfiteatro viendo a Clitemnestra, Electra y Orestes interpretados por griegos con sus típicos atuendos.
José Luis Bigi

lunes, 10 de septiembre de 2012

NUESTRO VADEMECUM, por Los Delincuentes Comunes

En escena: Bati Diebel, Galia Kohan, Estrella Rohrstock y Giovanni Quiroga; Iluminación y Sonido: Sergio Gallego; Asistencia: Florencia Cisneros; Dirección: Paco Giménez. Teatro La Cochera, viernes de septiembre y octubre.

Vademecum, del latín, vade = ve, del verbo ir, y mecum = conmigo, es decir, cualquier cosa que uno lleva consigo (Diccionario Larousse. Ed.1991). Mientras entramos a la sala y nos acomodamos, Giovanni está hurgando el interior de una valija de cartón ubicada sobre una mesa rectangular (sus lados son paralelos y semejantes, pero distintos; y son cuatro, como los Delincuentes que están en escena en este espectáculo). Hablando, Giovanni se dirige a la puerta de entrada del público a la sala y hace entrar a Galia, Bati y Estrella. ¿Y por qué por la puerta de acceso a la sala? Porque no entran personajes sino las actrices Galia, Bati y Estrella, cuatro integrantes de Los Delincuentes quienes, hasta este presente, han personificado a, valga la redundancia, personajes creados por autores, en cambio ahora son ellos, Giovanni, Galia, Bati y Estrella que se han convertido, ellos mismos, y tras 27 años de trabajar juntos, en personajes.
Los cuatro traen consigo valijas de cartón, de esas que usaban nuestros abuelos cuando llegaron a América a finales del siglo XIX y principios del XX, un pasado, si se quiere remoto; porque los actores en escena se refieren a sus inicios en la sala de calle 9 de Julio, esa que tenía una ventana, cuando también estaban en escena Beatria Gutiérrez y Paco Giménez, como un pasado remoto.
Y es en esas valijas de cartón que, cada uno, lleva su propio vademecum, pero ese vademecum propio que, en el título aparece como "nuestro" porque las experiencias son personales e intransferibles, pero que después de 27 años han perdido identidad individual para convertirse en colectiva, en "todo lo que nosotros, Los Delincuentes, llevamos con nosotros", como los lados de la mesa rectangular, semejantes y paralelos, pero distintos.
En el espectáculo, realmente humorístico desde el lado que se lo quiera ver, se abordan sin solución de continuidad pequeños fragmentos de espectáculos anteriores de Los Delincuentes con fragmentos o ideas de obras de Rubén Darío, Chejov, Bartís, Urdapilleta, etc., con hechos reales como la polémica Gámbaro-Spregelburd o la historia personal de Estrella en oportunidad de un aniversario de la Comedia Cordobesa donde, lo trágico no fue la respuesta de las autoridades sino la reprobación de muchos actores y periodistas que le recriminaron  "¡haber malogrado un acto protocolar!"
Este Vademecum empieza y termina con una evocación de Mab, reina de las hadas de la comedia inglesa tan bien descripta por Shakespeare en Romeo y Julieta.  ¿Y por qué con Mab como apertura y cierre? Porque "Érase una vez un grupo de actores y actrices que, hace 27 años, con hacer un espectáculo y fueron surgiendo Uno, Polvo de ladrillos, Enfermos del culo, Intimatum y otros más, hasta que, colorín colorado, con Nuestro Vademecum el cuento de hadas ha terminado".
Lo que yo vi fue un excelente exponente del grotesco contemporáneo en el que, durante todo el tiempo de representación, que fue de prácticamente una hora y media, el ritmo y el humor fueron permanentes, lo que hizo que la obra no resultara larga a pesar de la hora y media; pero al final, en el baile esperpéntico, al mejor estilo Valle-Inclán que termina con los cuatro integrantes sentados a la mesa y de frente al público Giovanni con el rostro transformado en el rictus de la muerte, se advierte claramente que el grupo Los Delincuentes Comunes ha entrado en el pasado. ¿Acaso en las imágenes que vemos en el televisor no están todos los integrantes pero sólo aparece el rostro de Beatriz Gutiérrez en primer plano, y por un tiempo considerable? ¿Es casual que las lupas, después de destacar a cada uno de los integrantes del grupo evidenciando el paso del tiempo en lo físico, se detengan en Paco y Giovanni? Creo que no. Beatriz vive en España, Giovanni pertenece a La Comedia Cordobesa y Paco ya no trabaja en escena.
Creo no equivocarme si digo que este es el mejor espectáculo realizado por Los Delincuentes Comunes porque en esta oportunidad el hecho teatral termina resultando una experiencia espiritual, y cuando digo espiritual no le doy ninguna connotación religiosa sino que entiendo lo espiritual como algo esencial, como principio, origen, tendencia propia y caracgterística de cada ser individual. Y por qué digo que este hecho teatral termina resultando una experiencia espiritual, porque cada una de esas individualidades, de esas tendencias propias que son Paco, Giovanni, Galia, Estrella, Bati y Beatriz, a lo largo de 27 años se han ido mezclando, se han ido abrazando, se han ido imbrincando para, finalmente, terminar siendo una comunión, en el sentido co-munión, es decir, unión-con. La esencia, el espíritu de cada uno de los integrantes se ha convertido en El Espíritu de Los Delincuentes Comunes.
Espero equivocarme y tener la suerte de ver nuevamente un espectáculo de este grupo que ha demostrado solvencia teatral desde todo punto de vista. Y si para eso hace falta incorporar a uno o más miembros, hacerlo no va a ir en detrimento del grupo sino que, por el contrario, irá en provecho y goce de nosotros, los expectadores.
José Luis Bigi