domingo, 12 de junio de 2016

ROÍDA

ROÍDA, de Martín Gaetán y Daniela Trakál

En escena: Daniela Trakál, Cubano Moreno y Fede Tapia; Asistencia de Arte: Luciana Sgró Ruata y Natacha Chauderlot; Realización Escenográfica: Daniel Aimetta; Vestuario: Luciana Sgró Ruata; Gráfica y Fotografía: Gastón Maglieri; Producción de Video: Horacio Fierro; Dirección General: Martín Gaetán.
Sábados de junio y julio, en La Nave Escénica, Ovidio Lagos 578, Córdoba.

Mientras entrábamos a la sala y nos acomodábamos en las cómodas butacas, se veía a la actriz Daniela Trakál en posición absolutamente artificial (podría decirse que era una posición de diva a la que hacen posar para sacarle una foto), postura de Diva, así, con mayúsuclas, sobre un sillón de respaldo muy alto. Y cuando ya estamos todos los espectadores acomodados y en silencio, empieza la actriz a despertar de ese profundo sueño en el que estaba sumida. Y habla dirigiéndose al paraíso del teatro donde, supuestamente se encuentra alguien. No sabemos de quién se trata porque no lo identifica, pero sabemos que es alguien muy familiar por el modo de habar de la actriz. ¿Y por qué habla hacia el paraíso?, porque le habla a un muerto, a un fantasma, a alguien que ya no está entre nosotros, alguien que está "en el paraíso".
Daniela Trakál, en un marátonico trabajo, encarna a Victoria Montes, actriz-diva que, según se narra en el espectáculo teatral, tuvo un pasado de gloria en las tablas, pero que en el presente del hecho teatral, está en el ocaso, en la decadencia, en el momento en que su casa-teatro está por ser demolida en nombre del progreso. Por eso, creo, la permanente apelación al texto de Anton Chejov (1860-1904) El Jardín de los Cerezos, pieza en la que el dramaturgo ruso muestra a la aristocracia de su país que ve peligrar su estatus social a través de la metafórica tala del bello jardín de cerezos a punto de ser rematado para dar paso al progreso.
El personaje, Victoria Montes, alude a Jean Cocteau (1889-1963) permanentemente y, según entendí, lo hace rescatando dos frases famosas del dramaturgo francés: Hay que sentir antes que comprender; Victoria no comprende qué está pasando, qué significa el despojo que se está produciendo de su pasado; y La vida es una caída horizontal. Victoria cae, se desploma viendo desaparecer su glorioso pasado.
Aparece en un momento quien fuera su director teatral, y quizá también su compañero de vida, aparición fantasmagórica (totalmente de blanco) con quien Victoria mantiene un constante enfrentamiento: ella, la actriz, la que siente, la que cae, en contraposición a las explicaciones teóricas sin sentido del director, en directa alusión al rol que en el teatro cumplen los actores (sentimiento, vivencia, entrega) y los teóricos que, y valga la redundancia, teorizan todo pero no sienten ni vivencian ni se entregan.
Victoria usa distintos vestuarios, pero nunca se saca el camisón; éste está unido permanentemente a su cuerpo, a su dermis, porque Victoria, más allá de sus recuerdos y revivencias, está deprimida, está entregada. Son realmente magníficas las distintas escenas que encarna Daniela Trakál a lo largo del espectáculo, y los hace siendo realmente hilarante por momentos y conmovedoramente dramática en otros. La capacidad histriónica de Daniela, excelente por cierto, permiten que la obra, que dura más de una hora, mantenga permanentemente la atención de nosotros, los espectadores.
Victoria habla por teléfonos, y digo teléfonos en plural porque son distintos y de distintas épocas, pero todos modelos del siglo pasado, siglo en el que quedó el esplendor de la diva Victoria Montes en que aparecía en grandes afiches. Pero todas las conversaciones telefónicas son desde teléfonos evidentemente desconectados, porque también sus diálogos telefónicos son fantasmales, sólo ocurren en su mente.
En un momento entra un  ser real de carne y hueso, un personaje contemporáneo (se comunica por teléfono celular, está vestido a la moda y con color) y totalmente cotidiano. Es evidente su cordobesismo. Se presenta como un experto en decoración, pero en realidad es un empleado de la empresa de demoliciones que va guardando en cajas los elementos de Victoria, evaluando qué sirve económicamente y qué no. Está desvistiendo la casa-teatro, está desgarrando a Victoria, la está matando, muerte que se materializa metafóricamente cuando éste, y después de un evidente forcejeo, le arrebata la "caja en que guardo todas mis utilerías", el pasado glorioso de la diva.
Por eso a Victoria sólo le queda, vistiendo únicamente el camisón, hablar con un teléfono desconectado con sus fantasmas, pero esta vez ahorcándose con el cable del teléfono. Su trágica vida ha terminado, ya no habrá más teatro para ella.
Creo, y creo no equivocarme, que estos jóvenes teatreros han puesto de manifiesto, y de modo excelente, la realidad de los actores, la vejez de los actores, el ocaso de los actores, el ostracismo de los actores, el olvido final de los actores. Por eso, antes de la llamada telafónica final, los tramoyistas invaden la escena llevándose todo, dejando la escena totalmente despojada, desnuda.
Antes de terminar con esta impresión que tuve con lo que vi anoche en La Nave Escénica, tengo que felicitar al cuerpo técnico ya que vestuario, escenografía, musicalización y realización son, sencillamente, excelentes y creativos.
Al grupo teatral, gracias, gracias de corazón porque me hicieron pasar un momento realmente emocionante como espectador. Inviten, inviten a mucha gente para que los vea porque....., realmente son magníficos.
José Luis Bigi

lunes, 28 de marzo de 2016

HISTORIAS MUNDANAS, de Jordán Medeót

Actúan: Antara Wells y Jordán Medeót; Escenografia: Federico Tapia; Maquillaje en escena: Ximena  Silbert; Diseño de tapa: Ova Elías; Texto: Jordán Medeót; Dirección general: Lucas Solé. Domingos de marzo y abril 21 hs.; Teatro La Cochera, Fructuoso Rivera 541; Córdoba.

Cuando dieron sala, me topé con un espacio recargado de escenografía y, para llegar a platea, tuve que caminar por entre el decorado. Me sorprendió por lo recargado, casi podría decir que era muy almodovariano. Y quedé sorprendido, sin poder imaginar cómo podrían moverse los actores en esos verdaderos vericuetos.
La música, muy alta por cierto, anunció el ingreso de ella, Lola Dupont, la travesti quien en tono intimista y emotivo cuenta su historia, cuando revolvía el ropero de su madre para deleitarse con sus ropas y las respuestas del padre machista, incapaz de entender -y menos de aceptar- la personalidad del hijo.Nuevamente la música y entra en escena Dardo, un niño de la calle quien, con el correr del tiempo se convertirá en un buscavidas, un amante de travestis para terminar siendo él una travesti.
Dardo nos cuenta también su infancia, cuando se enamora locamente de una mujer, la hija del dueño de donde él trabajaba; cómo en un campamento de varones adolescentes, llevados por un sacerdote que se saca la sotana y queda desnudo, con cuerpo atlético, frete a los alumnos, a quienes invita desnudarse y entrar al agua; quedan todos desnudos menos uno, Danielito (y Dardo lo llama siempre así, en diminutivo, lo que acentúa la indefensión del muchachito), quien es violado por todos sus compañeros con la mirada cómplice y el silencio del sacerdote. En un momento, nos cuenta Dado, él defiende al compañerito y lo acompaña a su casa; lo abraza; lo protege y....., tiene sexo con él, con Danielito. Su primera experiencia sexual fue con él, nos remarca, con Danielito, con un varón.
Sin solución de continuidad, las escenas (monólogos alternados con diálogos) hace avanzar la obra, con mucho humor, con y rico despliegue de vestuario y pelucas por parte de Lola Dupont, con escenas romántico-eróticas y de peleas que, más que verdaderas peleas, son discusiones propias de dos personas, de una pareja que tiene muchos años de convivencia.
Para mí, la obra terminaba cuando Lola canta "No, no me puedo quejar....., ya pagué, olvidé......", pero no, no terminó ahí, siguió. Y me pregunté: ¿ahora qué?, temiendo que el excelente espectáculo que había visto, cayera, se diluyera....., pero para mi sorpresa y enorme satisfacción, la obra dio un giro de 180°. Empezó con una discusión porque Dardo, ya travestido, ha decidido partir hacia Río de Janeiro con un novio. Lola, cual hermana mayor, se le ríe diciéndole que es poco femenina, que ha gastado horas y horas eligiendo un nombre, que va a darse cuenta que el "novio" no es tal, que la va a dejar, que...... Le transmite su experiencia de vida. Es ahí donde aparece el verdadero significado de la obra: la soledad, la soledad de los seres humanos en general, en tanto humanos, pero particularmente la soledad de las personas que, según el juicio moral de la sociedad, son distintas, y fundamentalmente distintas en su vida sexual. (Pero también sabemos que la moral es cultural y que, como tal, es dinámica, cambia, y lo que hoy está mal visto, mañana ya no lo estará, o lo que hoy está bien visto, mañana puede estar mal).
Y como lo viene asegurando Lola, Dardo travestido, grotescamente travestido, tiene la desilusión de su nueva vida, la primera, la que le dice a gritos "Lola tenía razón, escuchá la voz de la experiencia".
Realmente es una excelente obra, en su escritura, en su dirección y en su actuación. Nos enfrenta a la soledad de los "diferentes", los "distintos", pero también nos enfrenta a la soledad de los seres humanos, a la realidad de las parejas (hombre-hombre; hombre-mujer; mujer-mujer) que, con el paso de los años y la convivencia van mutando desde la líbido, puramente sensual, a la amistad, categoría espiritual.
La única cosa que me dejó un poco perplejo fueron los discursos del debate parlamentario sobre el matrimonio igualitario. Se hace centro en la condición humana de toda conducta sexual, y está muy bien porque cada quien es dueño de llevar la vida sexual que le plazca; pero se destaca muy especialmente la incomprensión, e incluso persecución, que los regímenes de derecha tienen hacia los homosexuales, pero hubiera sido correcto, según mi punto de vista, decir también que los regímenes de izquierda, como es el caso de Cuba, también persiguen y encarcelan a los homosexuales. Porque la intolerancia moral a la sexualidad, no tiene ideología; es de derecha, de centro y de izquierda.
Para terminar, sólo me queda decir que realmente pasé un momento de pleno goce y satisfacción. Antara Wells, Jordan Medeót, Federico Tapia, Ximena Silbert, Ova Elías y Lucas Solé, gracias, una y mil veces gracias por el hermoso momento que me regalaron.