domingo, 22 de julio de 2018

LA PECERA, de Ignacio Apolo, Teatro La Nave Escénica, viernes de julio 2018. En escena: Joaquín Rodríguez (Pescado) y Cristóbal López Baena (Leto); Dirección: Cristian Cavo y Fabio Miglieri; Sonido: Héctor Fierro; Escenografía: Kirka Marull; Prensa y Difusión: Sol Baliosian.

Cuando entré a la sala, quedé sorprendido, ¡y atrapado!, por la escenografía. Una caverna, y evoqué, no sé por qué, el mito platónico. En un momento, irrumpieron tempestivamente los actores, Joaquín y Cristóbal, vestidos como colegiales adolescentes que, por sus rostros adolescentes, confirieron más fuerza y realismo a los personajes.
La historia es bastante sencilla (la sencillez no es un defecto sino una virtud). Uno de los muchachos, Pescado, ha planificado con su fantasía adolescente escapar con Leto a un refugio para quedar ahí y concretar su amor. "Quedar los dos solos, aislados del mundo".
En un momento se enciende una luz que, por una rendija en forma de mujer, les permite a los muchachos espiar "el baño de profesoras". Allí, en ese baño, está siempre una profesora de apellido Correa. Y los amigos hacen bromas, todas relacionadas con el sexo. Nuevamente me vino a la mente el mito platónico donde la luz proyectada les permite a los que están en la caverna ver una realidad virtual. El que espía, siempre, es Leto; Pescado queda atrás; él, Pescado, no se excita con la desnudez de "la Correa", como llaman a la profesora. Pero sabe que su amigo Leto, sí se excita, y Pescado busca desesperadamente la excitación de Leto con la omitida, la acallada esperanza de que "ocurra algo" entre ellos.
Los adolescentes discuten y en ocasiones se agreden físicamente, pero esas agresiones tienen más de encuentro de cuerpos que de violencia pendenciera.
Leto (¿casualidad o intencionalidad del autor de nombrar al adolescente heterosexual adocenado con el nombre del río del Olvido del Hades?) maltrata permanentemente a Pescado (pez muerto fuera del agua pero también alimento bíblico "No deis pescado, enseñad a pescar") y repite constantemente "putito". Pero veremos más adelante que en realidad Pescado es un pez y Leto es un pescado, pescado justamente por Pescado.
Dice Leto: "Sos un hijo de puta Pescado (.....) Los chicos te dicen cosas, te tratan mal, pero yo no, yo soy tu amigo. Pe pediste que viniera acá y vine; me pediste que fuéramos con la Correa y fui....."
Sí, porque es Pescado quien incita a Leto para ir a abusar a "la Correa".
En una de las tantas tentativas que tiene Leto para escapar de ese encierro, de ese ahogo que presiente tiene algo más que una picardía adolescente pero no logra descubrir que es, Pescado se asoma a la luz, espía a "la Correa" y se masturba. Y mientras se está masturbando, regresa Leto a la caverna y se burla de Pescado, lo trata de "pajero". Pescado tiene vergüenza porque el motivo de su excitación y masturbación no es la desnudez de "la Correa" sino la excitación que esa desnudez provoca en Leto. Y Pescado no quiere, no puede enfrentar a Leto, no quiere que éste advierta que está enamorado de él, que ha planificado, de modo absolutamente adolescente, escapar del mundo y encerrarse en una caverna "los dos solos para vivir una historia de amor".
Finalmente, tras recriminarse mutuamente y desnudar que ambos tienen familias disfuncionales, deciden, por insistencia de Pescado, abordar y someten a "la Correa".
Nuevamente en la caverna, Leto llora con miedo por lo que han hecho, porque "la Correa me vio, Pescado, te digo que me vio, me reconoció. Vamos a terminar en cana, Pescado.....". Es en ese momento que Pescado dice: "Vamos a tener que quedarnos a vivir aquí para siempre. Aprovechemos que es fin de semana y vayamos a buscar víveres". Y, oh casualidad, Pescado ha traído víveres: un alfajor blanco (¿una hostia?) que comparten en una verdadera comunión (¿la unión platónica de las almas, la unión cristiana de los espíritus?), y un jugo "Cepita", jugo de uvas, es decir vino, la sangre de Cristo, otro símbolo de la comunión de las almas de Pescado y Leto. Éste empieza a descubrir al intención de Pescado, y se enerva, enfurece. Y nuevamente riñen, mezclan sus cuerpos. Y la discusión, la fusión de los cuerpos termina con la violación por parte de Leto a Pescado.
Es en ese instante que se produce el quiebre de la acción dramática, el famoso Deux et Machina aristotélico, el inicio del desenlace.
Tras consumar la violación, Leto llora arrepentido por lo que hizo, se quiebra, y Pescado, convertido en pez dice por primera vez "No me llamo Pescado, tengo nombre". Y advierte que Leto no será nunca suyo, que ese amor es imposible y, como adolescente, decide suicidarse matándolo a Leto, porque matar a Leto es su propio suicidio.
Hasta acá la historia. Veamos ahora, ¿por qué el autor ubica la acción en una caverna? Creo no equivocarme si afirmo que en total connivencia con Platón, nos dice que hay dos realidades, la virtual propia de los adolescentes que se vive dentro de la caverna con luz artificial (rendija, velas) y la luz exterior que se filtra cada vez que abren la puerta de la caverna, luz brillante que simboliza la realidad no virtual.
El autor nos presenta una historia netamente adolescente, pero no por eso menos humana y universal (la adolescencia es humana y absolutamente universal). Pero acá el autor, Ignacio Apolo, valiéndose de una historia adolescente no habla de la pasión del Amor (con mayúscula), de la enajenación y la locura que conlleva el estado de enamoramiento. Y  aquí también es bueno recordad que Platón afirma que el verdadero amor entre los seres humanos se produce, más allá de la apariencia física, cuando se funden dos almas, fusión que reclama también la urgente fusión de los cuerpos, de las vidas.
Y si la obra de Ignacio Apolo es excelente, el espectáculo resulta excelente por las actuaciones de Joaquín Rodríguez, quien desde un principio se muestra convincentemente como un adolescente "pescado", timorato e insinuante con temor para convertirse en un pez que "pesca" a Leto; y Cristóbal López Baena que durante toda la obra encarna a un típico adolescente heterosexual masificado como son masificadas las almas que van al Hades y abrevan de las aguas del río Leto, para terminar siendo un adolescente que toma conciencia de que ha abusado de "la Correa", pero que peor que le ha sucedido es haber violado al su amigo, tomar conciencia del estado emocional de Pescado, que lo ama, y sabe que la única salida es la tragedia, su muerte, por eso casi no se resiste cuando Pescado lo está asfixiando. ¿Está también Leto enamorado de Pescado?
Y ese excelente texto con esas magníficas actuaciones se convierten en una sinfonía en comunión con la escenografía, la iluminación y los efectos lumínicos.
Realmente un espectáculo recomendable, un espectáculo que causa placer al verlo y que, a los que amamos el teatro, nos deja satisfechos. Felicitaciones a todo el grupo.
     José Luis Bigi