domingo, 15 de agosto de 2010

FANÁTICOS DE LA MAMI Una metáfora argentina, de Bati Diebel

Grupo La Cochera con Estrella Rohrstock, Chacha Alvarado, Guillermo Wright, Fernando Castello y Bati Diebel. Dirección de Paco Giménez y Bati Diebel; viernes de julio en Teatro La Calle, domingos de agosto en Teatro La Cochera.


En esta primera década del siglo XXI en que hemos reemplazado la palabra ética (parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre para con la sociedad) por la palabra código (sistema -y por ende arbitrario- de pautas y reglas que permite formular y comprender un acuerdo como el tránsito o la convivencia, por ejemplo), constatar que existen puestas cordobesas que siguen aferradas a la ética, como es el caso de, entre otras y para referirnos únicamente a este 2010, Simulacro y fin, Al final de todas las cosas y Fanáticos de la mami, es realmente reconfortante y saludable. Comprobar que hay hacedores de teatro en Córdoba que apuestan a la ética con estética, dejando de lado la vapuleada código tan utilizada por personas como Diego Maradona (no el jugador sino el hombre) y Ricardo Fort, paradigmas del individualismo yoísta del siglo XXI.
En Fanáticos de la mami el espectador es recibido por los actores, ya en personaje pero también en el rol de actores independientes, que agradecen nuestra asistencia. Y la obra empieza, una sesión de terapia grupal-familiar. Y empiezan a surgir los significantes-significados que se convierten en signos metafóricos de esa metáfora argentina que sugiere el subtítulo. Tenemos, como espectadores, la presencia de tres generaciones: la abuela (inmigrante), la madre (nativa bicultural) y los hijos (argentinos) jugando en un mismo espacio y en un mismo tiempo que conduce el terapeuta.
Muy bien presentadas desde el punto de vista del texto y desde el punto de vista de las actuaciones, esta metáfora, a través del humor hilarante, se convierte en una realidad tangible que atrapa permanentemente la atención del espectador. ¿Cómo no involucrarse en escenas como las que muestras a "la abuela" escondiéndose y reptando debajo de las sillas de los espectadores; los hijos sentándose en la falda de otros espectadores, la abuela buscando unos "huevos grandes" entre los espectadores, el terapeuta sacándole fotos al público con el bebé recién nacido,...? El humor y la excelencia de los actores hacen que estos momentos no se conviertan en una utilización del espectador para riduculizarlo o ponerlo en aprietos sino en un modo de involucrarlo en la historia, en tanto argentinos, como los actores. Y cuando se involucra al espectador haciéndolo parte del espectáculo, éste festeja con alegría, con humor. Porque cuando se involucra al espectador en un hecho teatral es importante hacerlo sentir convocado como parte del espectáculo en sí mismo, hacer que éste comparta protagonismo con los actores-personajes. Y en este caso lo logran plenamente.
Argentina, un país que hasta la guerra de Malvinas no reconocía que er parte de América Latina sino que se creía parte europea en América, se ve reflejada con excelencia por este trabajo que lleva por título Fanáticos de la mami.
En la obra se muestra la falta de identidad de Argentina. La abuela tuvo una hija, la madre, cuyo padre es desconocido. La madre tuvo una hija cuyo padre es un estafacor que se quedó con el negocio y dejó a la madre en el total desamparo (¿crisis? ¿inversores golondrinas? ¿fmi?), y la hija espera un hijo de "un hombre hermoso...", única referencia de identidad, la hermosura. Hermoso, así dice la hija embarazada para referirse al padre de la criatura que espera, pero..., ¿sabemos su nombre, su filiación? No, sólo sabemos que era hermoso, es decir que conocemos su apariencia pero nada sabemos de su esencia. ¿Existe acaso una metáfora más exacta que esa de la abuela, la madre y la hija que paren seres faltos de identidad? Quizá exista, pero lo logrado en este trabajo es excelente, ¡tres generaciones sin padre, tres generaciones sin identidad! ¿Generación del '80 del siglo XIX, acaso? ¿Generación de los '40/50 del siglo XX? ¿Generación de bebés nacida durante la dictadura? ¿Generación de la primera década del siglo actual? Sí, generaciones carentes de identidad porque..., ¿somos latinoamericanos o europeos?, ¿civilizados o bárbaros?, ¿unitarios o federales?, ¿de River o de Boca? Fanáticos de la mami nos plantea ese dilema y nosotros, espectadores, tenemos la posibilidad de respondernos de modo individual.
La obra presenta nuestra realidad como una sesión de terapia familiar y, como dice el terapeuta, busca las personalidades, pero concluye diciendo que somos lugares comúnes: ¿Derechos y humanos?, ¿Campeones del mundo o perdedores abyectos?, ¿Radicales o peronistas?, ¿Progresistas o menemistas? La dicotomía blanco-negro que tan bien expresan Maradona y Ricardo Fort cuando expresan "soy blanco o negro, pero gris jamás; el gris no existe". Y la realidad es gris, como lo han sido nuestros gobiernos democráticos a lo largo de la historia: unos mejores, otros peores, pero ninguno absolutamente unitario ni federal, ninguno absolutamente progresista ni conservador, todos han tenido aciertos y yerros, algunos más de lo primero y otros más de lo segundo, y eso es lo que, como espectador, percibimos cuando terminmos de ver Fanáticos de la mami.
Esta metáfora argentina muestra a una inmigrante, la abuela, que besa el suelo que le dio entidad, que le dio todo lo que tiene, pero también muestra a una madre que dice "tengo ganas de dejar todo e irme a la mierda", y a los hijos que viven porque viven, uno con su música creyendo que testimonia o escribe la historia y la otra bailando frenéticamente sin pensar en las consecuencias que ese baile pueda tener para con su hijo, es decir ese permnente vivir el presente que caracteriza tan bien a nuestros dirigentes que gobiernan para el hoy, para el ya, nunca una política de estado proyectada a un mañana. Y esto se logra de modo maravilloso y repleto de humor con la aparición de la madre, pero no la madre biológica sino la "Madre Patria", vestida al mejor estilo Generación del '80 del siglo XIX, la Belle Epoque-Granero del Mundo, con plumas en la cabeza y un vestido brillante, blanco como la pureza y la castidad, salpicado de rosetones celestes. La biblia y el calefón, las plumas del cabaret y el blanco de la pureza y la castidad.
Cabe destacar la síntess que logró este equipo de hacedores de teatro cuando, al final, posan para la foto. ¿Qué pide el terapeuta? ¿Que digan "cheese", "whisky"? No, les pide que, para salir alegres y felices en la foto, digan "crisis", esa constante que caracteriza a nuestra historia nacionl: ¡crisis!, que de tanto vivirla ya es parte de nuestra identidad nacional, es nuestra seña particular.
Para terminar, creo que debo destacar muy especialmente la excelente y pareja actuación de los cinco actores que están en escena porque a través de esa excelencia en sus caracterizaciones y en el texto, nos hicieron reir a carcajadas a lo largo de algo más de una hora y, a través de ese humor, nos regalaron una acertada radiografía de nuestro ser nacional, una verdadera metáfora argentina.  
José Luis Bigi

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