La sala, cuando ingresamos, es una mezcla de teatro tradicional y café concert. El público se ubica en gradas, pero también en mesas donde brilla una vela, donde se puede consumir un trago, un café o un té. Y el espacio destinado a la actuación está vacío, completamente vacío, a excepción de una alfombrita redonda.
En un momento, las meseras apagan las velas y retiran las botellas portavelas. Y nosotros, los espectadores, que habíamos estado hablando como se habla en un bar cualquiera, entendemos la señal y hacemos automáticamente silencio. El unipersonal empezó.
Laura Ortiz, la actriz, entra, sale, vuelve a entrar, amaga quedarse, vuelve a irse, tropieza en la puerta, es torpe, es indecisa, parece no saber si realmente debe entrar o todavía no es el tiempo de actuar. Hasta que entra, primero con una lámpara de pie y después con una banqueta. Esa acción despierta la risa del público, pero también acapara su atención.
Y el personaje dice No sé, A lo mejor, Quién sabe. Ahí está el meollo del espectáculo, espectáculo que, hay que reconocerlo, es un verdadero poema; un poema, en verso y rimado, que es Laura, Laura Ortiz, la actriz. Porque Laura no interpreta su personaje, lo vive, y por eso nosotros, los espectadores, nos entregamos y vivimos lo que ocurre en escena. ¡Qué entrega la de Laura! ¡Qué placer el de los espectadores!
La actriz demuestra que es un verdadero clown, porque provoca la risa del espectador, interactúa con él, pero durante todo el tiempo que dura su actuación, nos muestra una actuación tragicómica, muy pero muy jocosa pero también muy pero muy tierna. ¡Y profunda! Porque el canto a la libertad que nos transmite a través de su actuación como así también a través de breves parlamentos: El que no ha nacido no puede volar; el que no vuela no puede nacer" es total: la Vida es el Volar.
La paloma del título; la Laura-Paloma del espectáculo, invita a un espectador, al que llama palomo, a acercarse, a entrar al espacio escénico. Y dice todo lo que las palomas hacen con un palomo, que ella, Laura-Paloma no hará, o sí, como por ejemplo poner un huevo e invitar al palomo para que lo empolle. Y ahí, en esa simple invitación a empollar, aparece el primer significante del signo "Igualdad-Libertad-Respeto" que Paloma sin Vacilo tan poeticamente nos ofrece. Y digo el primer significante porque después está el juego del casarse uno con uno o una con una o uno con una o uno con uno y con una o...., sí, el signo "Igualdad-Libertad-Respeto".
Paloma sin Vacilo es un poema teatralizado, un poema dividido en tres estrofas, tres estrofas progresivas: la primera es la paloma y la vida de la paloma; la segunda es la libertad; y la tercera es la educación en libertad y la libertad misma. ¿Acaso hay algo más loable que la educación en libertad, esa metáfora que Laura-Paloma realiza alimentando al huevo, arrojándolo al vacío después para terminar entregándoselo al Palomo? Porque para nuesra tradición judeo-cristiana la educación de la mujer es competencia de la madre y la del varón, del padre y para Laura-Paloma es compartida, de los dos; Porque para nuestra tradición judeo-cristiana la madre es posesión, y para Laura-Paloma es Libertad; porque para nuestra tradición judeo-cristiana el pensar es peligroso y para Laura-Paloma es Libertad; porque para nuestra tradición judeo-cristiana el sexo es tabú y para Laura-Paloma es Libertad.
Paloma sin Vacilo es un espectáculo imperdible, necesario, para teatreros, poetas y gente con sensibilidad.
Gracias Laura, gracias Julieta, gracias Sergio, José, Guillermo y Juan Manuel por ofrecernos este poema teatralizado. Y gracias a Mónica y Graciela, las responsables del teatro La Luna, por organizar, siempre, actividad teatral genuina, teatralmente genuina.
José Luis Bigi
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