31 de diciembre, bisagra entre el año que se va y el que viene, bisagra entre el pasado y el futuro, entre el pasado conocido y el futuro con expectativas. Eso es para mí y para la mayoría de las personas; todos enterramos un pasado que creemos pudo haber sido diferente, no importa si mejor o peor, pero sí diferente, y anhelamos la llegada del nuevo año, del futuro con esperanza de que sea diferente. Pero para este grupo de actrices, que actúan sus propias historias y la de Eugenia, según leemos en el programa, el año que se inicia será idéntico al que pasó.
Confieso que pocas veces en estos más de 45 años viendo teatro, asistí a tanta amargura, tanta soledad, tanta desesperanza. Y lo que me sorprendió es que las actrices-autoras son mujeres muy jóvenes, treintañeras; y que en esta segunda década del siglo XXI con los medios de comunicación e información con que cuenta la humanidad, un grupo de treintañeras manifiesten tanta soledad, tanta amargura, tanta desesperanza. Eso me con-movió profundamente, y sabiendo como sé que toda comparación es estúpida, no pude dejar de pensar en mi generación, los que nacimos en la primera mitad del siglo pasado y hoy transitamos los sesentitantos años. ¿Ser treintañero en mi generación fue menos desesperanzado que en la actualidad? Realmente no lo sé porque hoy tengo 65 años y no puedo sentir como uno de treinta. Sólo sé que los que como yo, que transitamos la adolescencia y juventud en la década de los 60' con la revolución beat, con la aparición de pastilla anticonceptiva y el amor libre, con la consigna de "seamos realistas, pidamos lo imposible" y la Revolución de los Claveles no estábamos tan desesperanzados y cada 31 de diciembre después de doce, empezábamos el año nuevo con nuevas esperanzas.
Pero claro, el teatro refleja la vida en cada momento y hoy, segunda década del siglo XXI, el teatro contemporáneo sólo puede mostrar la realidad actual, y, tengo que decirlo, a pesar de la desemperanza evidenciada en Año Seco, Biología....., y por ser las historias de .....mujeres derranadas, el espectáculo es un excelente producto teatral.
El lugar elegido para ambientar la historia actuada es realmente adecuado y coherente con la historia. Una cocina que dejó de ser cocina pero que todavía conserva la canilla y la cañería de desagüe (no así la pileta) refleja de modo patético lo que ya fue pero no es más, lo que alguna vez alimentó y ya no alimenta más, lo que se esperó y no se espera más. ¿La desesperanza?
Los trabajos actorales son realmente muy buenos, aunque es justicia decir que el monólogo de Alicia Vissani en el aflora la hembra es realmente una pieza de antología.
Este grupo de mujeres con distintas profesiones, desde la azafata hasta la que cocina o la que sigue el horóscopo (y no el tradicional sino el chino, lo que connota que son mujeres que pertenecen a la clase media social-económica-culturalmente acomodada), en la que una está embarazada pero no dice quien es el padre porque "no lo conocés" (¿acaso porque tampoco ella sabe quién es?, la posibilidad cabe) es un grupo en apariencia heterogéneo pero creo no equivocarme si son distinas facetas de una misma mujer, algo así como lo que sucedía en esa magnífica obra que se presentara años atrás y en la que también trabajó Alicia Vissani, "Salsipuedes". Y esa heterogeneidad desemboca en la homogeneidad simbólica "la mujer cordobesa treintañera y universitaria.
Antes de terminar creo que conviene que reitere que yo sólo escribo "lo que vi" (lo que yo vi), que no necesariamente refleja lo que el grupo de teatro Sr.Barbijo quizo hacer ni lo que vieron los otros espectadores. Así mismo, antes de terminar, quiero agradecerles a tod@s los que hicieron este espectáculo porque, estoy convencido, es un trabajo realmente profesional y, una vez más, confirma que los integrantes de Sr. Barbijo Teatro son personas que encaran el trabajo teatral con seriedad, profesionalidad e idoneidad. Por todo eso, muchas gracias.
José Luis Bigi
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