Vademecum, del latín, vade = ve, del verbo ir, y mecum = conmigo, es decir, cualquier cosa que uno lleva consigo (Diccionario Larousse. Ed.1991). Mientras entramos a la sala y nos acomodamos, Giovanni está hurgando el interior de una valija de cartón ubicada sobre una mesa rectangular (sus lados son paralelos y semejantes, pero distintos; y son cuatro, como los Delincuentes que están en escena en este espectáculo). Hablando, Giovanni se dirige a la puerta de entrada del público a la sala y hace entrar a Galia, Bati y Estrella. ¿Y por qué por la puerta de acceso a la sala? Porque no entran personajes sino las actrices Galia, Bati y Estrella, cuatro integrantes de Los Delincuentes quienes, hasta este presente, han personificado a, valga la redundancia, personajes creados por autores, en cambio ahora son ellos, Giovanni, Galia, Bati y Estrella que se han convertido, ellos mismos, y tras 27 años de trabajar juntos, en personajes.
Los cuatro traen consigo valijas de cartón, de esas que usaban nuestros abuelos cuando llegaron a América a finales del siglo XIX y principios del XX, un pasado, si se quiere remoto; porque los actores en escena se refieren a sus inicios en la sala de calle 9 de Julio, esa que tenía una ventana, cuando también estaban en escena Beatria Gutiérrez y Paco Giménez, como un pasado remoto.
Y es en esas valijas de cartón que, cada uno, lleva su propio vademecum, pero ese vademecum propio que, en el título aparece como "nuestro" porque las experiencias son personales e intransferibles, pero que después de 27 años han perdido identidad individual para convertirse en colectiva, en "todo lo que nosotros, Los Delincuentes, llevamos con nosotros", como los lados de la mesa rectangular, semejantes y paralelos, pero distintos.
En el espectáculo, realmente humorístico desde el lado que se lo quiera ver, se abordan sin solución de continuidad pequeños fragmentos de espectáculos anteriores de Los Delincuentes con fragmentos o ideas de obras de Rubén Darío, Chejov, Bartís, Urdapilleta, etc., con hechos reales como la polémica Gámbaro-Spregelburd o la historia personal de Estrella en oportunidad de un aniversario de la Comedia Cordobesa donde, lo trágico no fue la respuesta de las autoridades sino la reprobación de muchos actores y periodistas que le recriminaron "¡haber malogrado un acto protocolar!"
Este Vademecum empieza y termina con una evocación de Mab, reina de las hadas de la comedia inglesa tan bien descripta por Shakespeare en Romeo y Julieta. ¿Y por qué con Mab como apertura y cierre? Porque "Érase una vez un grupo de actores y actrices que, hace 27 años, con hacer un espectáculo y fueron surgiendo Uno, Polvo de ladrillos, Enfermos del culo, Intimatum y otros más, hasta que, colorín colorado, con Nuestro Vademecum el cuento de hadas ha terminado".
Lo que yo vi fue un excelente exponente del grotesco contemporáneo en el que, durante todo el tiempo de representación, que fue de prácticamente una hora y media, el ritmo y el humor fueron permanentes, lo que hizo que la obra no resultara larga a pesar de la hora y media; pero al final, en el baile esperpéntico, al mejor estilo Valle-Inclán que termina con los cuatro integrantes sentados a la mesa y de frente al público Giovanni con el rostro transformado en el rictus de la muerte, se advierte claramente que el grupo Los Delincuentes Comunes ha entrado en el pasado. ¿Acaso en las imágenes que vemos en el televisor no están todos los integrantes pero sólo aparece el rostro de Beatriz Gutiérrez en primer plano, y por un tiempo considerable? ¿Es casual que las lupas, después de destacar a cada uno de los integrantes del grupo evidenciando el paso del tiempo en lo físico, se detengan en Paco y Giovanni? Creo que no. Beatriz vive en España, Giovanni pertenece a La Comedia Cordobesa y Paco ya no trabaja en escena.
Creo no equivocarme si digo que este es el mejor espectáculo realizado por Los Delincuentes Comunes porque en esta oportunidad el hecho teatral termina resultando una experiencia espiritual, y cuando digo espiritual no le doy ninguna connotación religiosa sino que entiendo lo espiritual como algo esencial, como principio, origen, tendencia propia y caracgterística de cada ser individual. Y por qué digo que este hecho teatral termina resultando una experiencia espiritual, porque cada una de esas individualidades, de esas tendencias propias que son Paco, Giovanni, Galia, Estrella, Bati y Beatriz, a lo largo de 27 años se han ido mezclando, se han ido abrazando, se han ido imbrincando para, finalmente, terminar siendo una comunión, en el sentido co-munión, es decir, unión-con. La esencia, el espíritu de cada uno de los integrantes se ha convertido en El Espíritu de Los Delincuentes Comunes.
Espero equivocarme y tener la suerte de ver nuevamente un espectáculo de este grupo que ha demostrado solvencia teatral desde todo punto de vista. Y si para eso hace falta incorporar a uno o más miembros, hacerlo no va a ir en detrimento del grupo sino que, por el contrario, irá en provecho y goce de nosotros, los expectadores.
José Luis Bigi
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