Los personajes, por orden de aparición:
Clitemnestra: Esposa de agamenón, madre de Ifigenia, Orestes y Electra. Engañada por su esposo, envió a Ifigenia a Áulide para casarla con Aquiles, pero el verdadero objetivo de Agamenón era sacrificarla para que Artemisas repusiera el viento y las naves pudieran zarpar hacia Troya-
Clitemnestra nunca perdonó el asesinato de Ifigenia llevado a cabo por Agamenón y, mientras éste estuvo en Troya, sucumbió al cortejo de Egisto, primo de su marido. Cuando Agamenón regresa a Micenas con Casandra, Egisto, con la complicidad de Clitemnestra, les da muerte a ambos.
Orestes: Único hijo varón de agamenón y Clitemnestra, estaba lejos de Micenas cuando mataron a su padre. A los 20 años, el oráculo de Delfos le dice que regresará a Micenas y vengará la muerte de su padre.
Electra: Hermana de Orestes. Tampoco estaba en Micenas cuando Egisto asesinó a Agamenón. Cuando Orestes regresa a Micenas, se encuentra con Electra, y entre ambos urden la venganza: matar a Egisto y a Clitemnestra.
El espectáculo:
Si el desarrollo de Griegos era atrapante porque se realizaba entre el público, Al final de... lo es por la solvencia actoral de Estefanía, Maura e Ignacio, el despojo escénico con sus paredes de piedra y ladrillo, la excelente dramaturgia y dirección de Daniela y el no menos excelente trabajo de maquillaje, peinado y vestuario.
A pesar de los prolongados silencios, la atención de nosotros, los espectadores, se mantiene constante por lo arriba indicado.
Cuando entramos a la sala, en un nicho de la pared vemos a un muchacho vestido al mejor estilo de los chicos drogadictos que viven en situación de calle, según los programas televisivos Calles Salvajes o Policías en Acción, muchacho que, de noche y si nos topamos con uno así, cruzamos de vereda, muchacho que, por momentos tiene los ojos de Jesún en el Calvario, ojos dolor y amor profundos, y en otros, sus ojos son rojos, de guerrero, como los de Agamenón, su padre.
Y entra Clitemnestra con un vestido largo, blanco y abotonado en el pecho; lentamente se cose tres dedos, la tríada, significante que más adelante significará el zurcir esa mano asesina. Lentamente sale de escena por una puerta del fondo, puerta del palacio real.
Tras un breve silencio que hace que nosotros, los espectadores, nos hiciéramos cientos de preguntas, el muchacho del nicho en la pared, de un salto, ocupa el centro de la escena. Es Orestes que ha regresado. Y lo hace siguiendo lo dicho por el oráculo de Delfos.
A Orestes le sigue Electra quien entra con un balde y un estropajo y, de rodillas, friega el piso como una sirvienta. Excelente aquí también el vestuario y el peinado.
Electra se lamenta de su presente, un presente de fregona al que la someten Clitemnestra, su madre, y Egisto, amante de Clitemnestra y asesino de su padre. Es ahí donde muestra la indignación por el asesinato de Agamenón y el asco que le produce ver a su madre compartir lecho con ese asesino; sólo espera la llegada del hermano a hacer justicia, a hacer venganza.
Se produce el encuentro de los hermanos, encuentro que tiene distintos momentos, risibles algunos, serios otros, pero que sirven para desnudar la idea que cada uno tenía del otro. Y deciden llevar adelante la venganza.
Entra en escena Clitemnestra vestida al mejor estilo de señora de mediana edad con un vaso de whisky. El vestuario, el peinado, excelentes por cierto, y sus posturas y movimientos, nos remiten inmediatamente a pensar en una de esas señoras que van a jugar a la canasta en el Jockey Club con el fin de recaudar fondos para donar a Asociaciones de Beneficencia.
Clitemnestra y Orestes cambian palabras y éste le dice que vino a drale la noticia de la muerte de su hijo, noticia que la madre recibe con gran alivio y satisfacción. ¿El oráculo no se cumpliría? Si así fuera no sería una tragedia griega.
Las escenas de Orestes con Electra y con Clitemnestra, son realmente de una intensidad tan potente que nos cargan de tensión a los espectadores.
Párrafo aparte merece el excelente final de fuerte impacto visual, auditivo y trágicodramático en el que Electra corre hacia la calle, libre al fin por haber alcanzado su objetivo, vengar la muerte de Agamenón, y Clitemnestra es arrstrada por el suelo por parte de Orestes que la jala por los pies hacia la cocina, ámbito de la servidumbre, de la faena, de la saja.Por eso, cuando termina la obra, y todos sabemos que ha terminado, no podemos aplaudir, tenemos todo el cuerpo en tensión , en tensión máxima y recién cuando los actores salen a saludar, podemos hacerlo y descargar la tensión acumulada en un verdadero acto catártico.
Por eso el aplauso es fuerte, muy fuerte y prolongado, porque los espectadores hacemos realmente catarsis, como seguramente la hicieran en el año 458 adC los espectadores griegos.
El espectáculo que nos propone la coproducción La Convención Teatro-DocumentA/Escénicas es una versión siglo XXI de un texto de Esquilo con todo el espíritu que Esquilo le diera hace dos mil cuatrocientos años. Y puedo afirmarlo porque en un momento determinado olvidé la excelente selección de vestuario, peinado y maquillaje, y me sentí en un anfiteatro viendo a Clitemnestra, Electra y Orestes interpretados por griegos con sus típicos atuendos.
José Luis Bigi
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