viernes, 12 de junio de 2015

¡GALOPE! Hipotética Ficción

Autor: Luis Fernando Quinteros; En escena: Rafael Rodríguez y Fernando Castello; Diseño Escenográfico: Natacha Chauderlot; Diseño Escenográfico e Iluminación: Lucas Solé; Asistencia de Dirección: Florencia Cisneros; Dirección: Bati Diebel. Teatro: Sala Mayor Ciudad de las Artes.

Al levantarse el telón me impactó esa alfombra circular iluminada de rojo intenso. Intuí que la obra trataría de una pasión. Y habiendo leído en el diario y en el programa de mano que se trataba de la historia del Brigadier General Juan Bautista Bustos con su caballo Mestizo tras la derrota en La Tablada a manos del General José María Paz, y viendo el pedestal en el centro de escena, el sable y el esqueleto de la cabeza de un caballo, pensé que el autor era un escritor que adhería al Revisionismo, ya que la figura de J.B.Bustos fue reivindicada hace muy pocos años. Antes, este primer gobernador constitucional de Córdoba y ferviente partidario del Federalismo, la historia lo había olvidado, o quizá tendríamos que decir que fue ignorado, omitido. Y no me equivoqué ya que a lo largo del desarrollo de la obra, se reivindica el Revisionismo Histórico y se proyecta el monumento.
Los actores, por cierto que excelentes histriones, aparecen por ambos lados y ya no abandonan el escenario. Cuentan el momento que están viviendo, perseguidos por los Unitarios. Bustos no quiere caer en manos de éstos, Mestizo le propone ideas y le asegura que él, su caballo, haría lo que el brigadier sugiriera porque su vida es eso, obedecer con lealtad, con fidelidad.
Y así como al pensar en Don Quijote evocamos a Rocinante, o con el Cid Campeador evocamos a Babieca, después de ver la obra de Quinteros, ya no podremos dejar de evocar a Mestizo. Porque en este caso, la historia de hombre y caballo, de Bustos y Mestizo, es una verdadera historia de amor, en el cabal significado platónico. Porque, ¡esa era la relación del hombre del siglo XIX con el caballo! Gaucho y caballo eran una simbiosis. Y los actores viven esa simbiosis con pasión. Bustos evoca permanentemente a su amor pasional, su esposa, pero con su caballo vive una simbiosis al punto tal que, cuando le ordena al caballo saltar desde el barranco al río, le cubre la cabeza a Mestizo para que saltara sin ver. Y los dos, inmersos en el río, excelente significante del fluir de la vida, significante que significa el destino común de Bustos y Mestizo  van llegando el final de la obra cuando Bustos se convierte en Mestizo, y éste en aquel, por eso ahora hay que decir Bustosmestizo o Mestizobustos, porque ahora los dos personajes son uno: Centauro.
Hacía mucho tiempo que no veía una obra de teatro donde la escenografía, el vestuario, la iluminación, el sonido, las actuaciones y la dirección estuvieran tan equilibradas. Porque si quisiera destacar algo, no sabría qué. Todo tiene un  nivel tal de  excelencia que logra presentarnos a nosotros, los espectadores, un cabal espectáculo teatral.
Es para destacar el final, barroco, que nos carga de tensión y, por eso, necesitamos el aplauso de pie. Sí, todos aplaudimos de pie porque nos encantó el trabajo pero también porque necesitamos descargar tensión, y el aplauso fue, el miércoles una catarsis en el más cabal significado aristotélico.
A Luis Quinteros, Rafael, Fernando, Natacha, Lucas, Florencia y Bati, muchas gracias.


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