Cuando ingresamos a la sala, ésta está envuelta en una espesa penumbra que, apenas, nos permite intuir dónde están los actores. Pero sí vemos las paredes forradas con páginas de manuscritos, unos sobre otros. Y lentamente la luz va creciendo y uno de los actores, con un fibrón, traza una línea recta hastra superar la mitad de la pared, y entonces hace una curva ascendente para inmediatamente continuar, hasta el final de la pared, con la línea recta. Esto nos indica, indudablemente que estas aproximaciones a los Barón Biza van a hacer incapié o centro en un solo episodio de las vidas de Raúl, Clotilde y Jorge. Y ese episodio es la acción de arrojar ácido, por parte de Raúl, a su amada esposa Clotilde.
Los actores van alternando roles, por momentos Pablo Altamirano es Raúl y enseguida es Jorge y nuevamente Raúl. Lo mismo ocurre con Fernando Castello, sólo que Fernando, además de ser Raúl y Jorge, también es Clotilde (excelente caracterización valiéndose solamente de un pañuelo para la cabeza, un par de anteojos negros y una contracción del labio superior que hace resaltar los dientes -la boca quemada-). Y Viky Gómez es Clotilde pero también la hija, la tercera en la sucesión de suicidios que signó a esa familia.
Estos integrantes de los grupos teatrales de La Cochera saben hacer homenajes, lo demostraron en esos excelentes trabajos titulados Los que no fuimos y La Fonda Cordobesa. Y nuevamente nos regalan sus excelencias en este homenaje a un escritor, Raúl Barón Biza, injustamente ignorado por la pacata y conservadora sociedad cordobesa por haberlo tildado de bizarro. ¿Bizarra la producción literaria de Raúl? Estoy totalmente convencido de lo contrario, que lo bizarro es la mentalidad conservadora y pacata de la clase dominante de nuestra querida Córdoba.
Los actores, de modo inteligente, van alternando fragmentos de los escritos de Raúl y también de Jorge, aunque para ello no nos sometieron a escuchar fragmentos sino que los teatralizaron. ¡Por suerte! La prueba más clara y evidente de lo que digo es la escena en la que Fernando, sobre una mesa, personifica a Clotilde con el rostro carcomido por el ácido mientras Viky, a su lado y en un plano inferior, muestra a Clotilde cuando todavía era dueña de una belleza singular.
Es una verdadera lástima que, en el programa, no se nos informe quién o quiénes son/fueron el/los responsable/s de la dramaturgia porque si bien la escenografía, las actuaciones y la dirección son realmente excelentes, también es cierto que éstas se ven apuntaladas, y con fuerza, por la excelente selección de episodios y su no menos meritoria ilación.
Para terminar, tengo que decir que, cuando fui a ver Torrente de Barón y antes de abandonar la sala, sentí la necesidad de quedarme para agradecer a Pablo Altamirano, Fernando Castello y Viky Gómez y, por intermedio de ellos a todos los que hicieron posible este homenaje y rescate de la literatura escrita por los Barón Biza, Raúl y Jorge, porque cuando un grupo de teatreros me hace un regalo tan grande, siento la necesidad de agradecerles el regalo. Por eso esperé para agradecerles.
José Luis Bigi
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