Al entrar a la sala uno advierte, inmediatamente, que el aire está imprgnado de sensualidad femenina, una sensualidad con mucho de erotismo. Las actrices están estáticas, excepto Alicia Vissani que apenas se mueve a través de pequeños gestos. Como espectador no pude dejar de captar esa sensualidad erótica que de todas y de cada una de ellas emanaba con sus maquillajes perfectos (cabe, para mí, destacar el maquillaje de Maura Sajeva-Blanche Dubois), y el vestuario que abarca las modas de principio, mitad y finales del siglo XX. La belleza, sensualidad y erotismo de todas las actrices, sumado al ambiente coronado con infinitas bombitas de luz que caen del techo, todas a la misma altura excepto las dos que caen sobre las mesas(donde se desarrolla la vida), confieso, lograron ponerme nervioso. ¡Y un hombre nervioso, es vulnerable!
Entonces Alicia Vissani, aprovechando esa vulnerabilidad del púbico, por lo menos del público masculino, se presenta como la regenta de ese bar en el que se desarrolla la acción y también como intermediaria entre las actrices, oficiantes teatrales, y nosotros, el público. Ella es el único personaje que dialoga con nosotros, el público, rompiendo la cuarta pared.
Y lentamente empieza el desarrollo a través de los diálogos y las acciones que van encarando estas seis actrices que, una vez más, demuestran que son de una solidez de formación y profesionalismo realamente destacable.
La mujer...., ¡qué cosa hermosa y extraña la mujer! Los conflictos que se van representando se encaminan, todos, a la desilusión acerca de la vida amorosa y sexual, a la soledad de los años, a la espera-búsqueda-depedencia del hombre (¿por la estructura judeo-cristiana de la sociedad machista?), en fin, tópicos que, más allá de la permanente lucha por la igualdad de géneros, tan de moda en este siglo XXI, se siguen viviendo.
Por eso, si en mis 63 años no logré comprender a la mujer, creo que, cuando terminé de ver Quienquiera que seas, quedé mucho más confundido. Porque los hombres solemos decir "si yo fuera mujer sería una puta, viviría cogiendo, les sacaría guita a los hombres y viviría como una reina". Y no es así, no lo es por muchos motivos, y realmente Daniela, Eva, Analía, Estafanía, Melina, Maura y Alicia, a través de este trabajo teatral, han hecho una síntesis de la situación de la mujer y nos muestran que esa era la situación de la mujer en el siglo XX, cuando Tennessee Williams, autor de referencia para la construcción de Quienquieras que seas, escribió las excelentes obras del teatro psicologista característico del siglo: la espera-búsqueda-dependencia del hombre por parte de la mujer. Y también de la violencia, ya sea por maltrato que por abandono.
Excelente trabajo y, personalmente siento un gran orugllo de ser cordobés y comprobar, permanentemente, que en mi teatro, el teatro de Córdoba, hay talento, idoneidad y excelencia.
A los integrantes de este Quienquira que seas, gracias, muchas gracias.
José Luis Bigi
No hay comentarios:
Publicar un comentario