martes, 20 de diciembre de 2011

1º Encuentro de Semimontados, por Usina de Teatro

Textos: Gen Shu Sushi, de Naruaba Richardet; Latinlovchá.Ya.Yo quiero hablar, de Jimena Inés Garrido; After Office, de Natalia Rojo, y La Madeja, de María Inés Prosdócimo; Directores/as: Pablo Martella, Julieta Reyes, María José Bormida y Martín Gaetán; Vestuaristas: Edgar Tula, Delia Puebla, Adelina Coda y Paulina Baro; Músicos/a: Cruz Zorrilla, Lucas Ramírez, Marcos Bueno y Cecilia Villalba; Iluminadores/as: Juan Manuel Costa, Pablo Género, Natalia Pitau y Mercedes Chiodi; Actores/Actrices: Jimena Inés Garrido, Paulo Colina, Hernán Rossi, Luis María Mercado, Gerardo Cordero, Cecilia Blanco, Alejandra Toledo Nespral, Mariela Chervin, Rubén Capodaqua, Martín Cabrera, Jorge Pinetta, Natalia Rita, Luciana Maltez y Davod Anaya. Sala: Las Heras Hostel, viernes 16 de diciembre de 2011, 21 horas.

Hostel, residencia predominantemente de jóvenes de distintas nacionalidades con distintas idiosincracias y distintos idiomas pero que comparten lo cotidiano: dormitorio, baño, cocina-comedor y que se comunican y entienden en el momento, sin preparación previa. Excelente elección del lugar para presentar esta experiencia llevada a cabo por las responsables de la Usina de Teatro. Porque lo que las cuatro integrantes de esta experiencia explican, en un video que se proyecta previamente a la puesta en escena de las cuatro escenas que cuatro dramaturgas escribieron como esbozo, una escena breve de una obra de teatro a concretar y que ese día viernes, a las 18 horas, actores, técnicos y directores entraron en contacto con los mismos y se distribuyeron los roles que, 3 horas después, interpretarían para los invitados.
El hostel fue literalmente invadido ya que se utilizaron como lugares de actuación una habitación del primer piso, el segundo piso, la escalera que une el primero y segundo piso, y la planta baja. Y la temática, en todas las representaciones fue la incomunicación; la incomunicación en pleno siglo XXI, siglo de la comunicación por excelencia en la que los personajes se aíslan como el padre que no camina pero que sí camina, como los oficinistas que mueven objetos y una mujer que también es tratada como un objeto, un objeto más; como el hombre que está en un plano superior y que, a pesar de lo cual está tan solo como los oficinistas que, con su soledad a cuestas, después de la oficina (after office) van a juntarse con otras soledades en los After Hours para ilusionarse de no estar solos; como los que chatean y necesitan tablets para traducir y no saben si son hombres o mujeres ni las edades que tienen, por más que lo pregunten y respondan en reiteradas oportunidades.
Considerando la juventud de las dramaturgas, es interesante, desde el punto de vista sociológico, observar que todas encaran, en esta segunda década del siglo XXI, la soledad del ser humano, especialmente en las grandes urbes. Y acertada también, como observara inteligentemente Mauro Alegret, la elección del lugar: un hostel.
Lo destacable de este proyecto encarado por la Usina de Teatro es esa manifiesta intención de regresar y rescatar los distintos roles que hacen al hecho tetral: dramaturgia, técnica, dirección y actuación. Proyectos como este los viví en 1968, en 1983 y más recientemente en un encuentro realizado a fines de los 90 o principios del 2000 llevado a cabo en una colonia de vacaciones de Río Ceballos; pero todos esos antecedentes quedaron en eso, en experimentación porque por una extraña razón, los cordobeses queremos ser dramaturgos y directores y actores y técnicos, todo al mismo tiempo, de nuestros porpios textos. Sería de suma importancia que este nuevo intento encarado por las chicas de la Usina de Teatro se concrete y empiecen, los directores, los técnicos y los actores cordobeses a encarar textos escritos por cordobeses. Pero, fundamentalmente, que se respeten los distintos roles del hecho teatral y que cada uno, en cada espectáclo que encare, asuma su rol. Porque todos y cada uno de los roles del hecho teatral son importantes y tienen el mismo nivel de importancia en el momento de presentar un espectáculo al público. Y viendo la generosidad de los y las jóvenes teatreros/as (no utilizo la palabra "teatrista" porque el sufijo "ista" significa técnico idóneo, como electricista, ebanista, maquinista, futbolista, oficinista, etc; pero nunca significa "creador") y la profesionalidad con que encaran sus trabajos, me permiten ser muy optimista. Y eso me hace muy feliz, haber sido testigo del nacimiento de la mayoría de edad del teatro cordobés.
Antes de terminar, me gustaría destacar que, en el el video que vimos en el inicio, se mostró que el teatro no es un arte popular, utilizando el término popular en su significación de masivo. Está en la responsabilidad de los actuales hacedores de teatro jóvenes, tratar de revertir esa situación y devolverle al teatro el carácter de popularidad, de masividad, que tenía en la antigüedad greco-latina.
A Jimena Inés Garrido y demás integrantes es esta movida, gracias por la invitación y gracias por haberme permitido ser testigo de este nacimiento.
José Luis Bigi

lunes, 21 de noviembre de 2011

IONESCO IN CONCERT, por Sr.Barbijo Teatro

En Escena: Pablo Martella, Luciano Sgró Ruata, Natacha Chauderlot, Martín Gaetán, Natalia Sara y Eugenia Handandoniou; Vestuario, Técnica y Dirección: Sr. Barbijo Teatro; Teatro: Casa B; viernes 18 de noviembre y viernes 3 de diciembre.

Me habían dado la dirección por teléfono, porque sólo por ese medio y via mail se puede reservar lugar (son 22 localidades; ni una más, ni una menos), y cuando llegué a esa dirección, me sorprendió la oscuridad de la calle, la oscuridad de las casas. Ninguna luz en toda la cuadra indicaba que allí se esperara gente para una función teatral. Verifiqué el número del domicilio y..., toqué timbre. Me abrieron por el garage y me dijeron, "adelante", entonces entré. Entré y vi un mostrador de bar de domicilio particular y una serie de mates pintados y otras artesanías. Pagué la entrada y subí al primer piso. Ahí, muy gentilmente, me invitaron a sentarme en la terraza (hacía realmente mucho calor) y me ofrecieron un trago. Pedí una coca y esperé.
En muy poco tiempo, la terraza estaba atestada de gente, toda joven, toda tomando  vasos enormes de cerveza.
En un momento, sentí que alguien cantaba con muy buena voz "If you're lonely tonight..." En el patio de abajo, en el lavadero, una chica con sensuales medias de red cantaba ese tema y un muchacho rasgaba la guitarra. Y cuando estaba apreciando a la cantante y el guitarrista, alguien nos dijo: "En unos instantes empieza la función, si quieren ir pasando....", y me senté en uno de los 22 asientos destinados al público.
Empezó la acción teatral. Se sucedían textos de La improvisación del alma, La cantante calva, Delirio a dúo, La lección y Jacobo o la sumisión, textos originales de Ionesco.
Debo reconocer que los integrantes del grupo teatral Sr. Barbijo hicieron una inteligente selección de escenas, pero las relacionaron como sketchs, no como escenas, porque no hubo un hilo conductor que uniera a esas escenas. Además, el estilo de actuación de cada una de las escenas fue totalmente ecléctico ya que pasaron del absurdo ionesquiano al naturalismo quasi chejoviano, como por ejemplo en la historia de la artista, la pintora, que vende una obra a un ejecutivo.
El espectáculo muestra distintas situaciones, pero hace eje en la dicotomía teatrista-crítico (o doctor-estudioso del hecho teatral). Y se mofa, se ríe de esta última categoría a través de la presentación de tres críticos-doctores-sabihondos de teatro que confunden al auténtico creador obligándolo a seguir las pautas de lo que Aristóteles o Adamov dijeron, claro, pero sin saber quien, si Aristóteles o Adamov, era el que lo había dicho primero. Muestra elocuente de la ignorancia de los doctores-estudiosos del hecho teatral, porque, además, ni Aristótels ni Adamov propusieron una estética, sólo se limitaron a manifestar, a describir, el modo teatral de sus épocas.
Para los integrantes de Sr.Barbijo Teatro lo importante es lo que se hace, no lo que después ellos, los "críticos-sabihondos-doctores" opinan (y coincido tatalmente con ellos). Como muestra de esto, hay que rescatar el monólogo de los tres críticos, tres cuervos vestidos de negro que enciman  sus parlamentos, tres cuervos que monologan con una seguidilla de advervios, es decir, pariendo palabras que modifican o dan una cualidad al verbo (acción) o al adjetivo (cualidad distintiva), pero que son incapaces de generar acción y cualidad, como lo hace el hecho teatral.
Desde mi punto de vista, las actuaciones son muy parejas y si alguno de los actores sobresale en algún momento, es porque el personaje así lo exige. Ionesco, la secretaria, el Jacobo chaplinesco..., todos loables, pero también loables los que los secundan para que el sketch  adquiera significación por sí mismo y en su integridad.
También resulta agradable que el grupo realice el espectáculo en un lugar verdaderamente "under", que no publicita en los medios tradicionales, porque no tiene habilitación para hacer lo que hace. Eso contrasta con otros que, prentendiendo originalidad se autodefinen como "clandestinos" y recurren a toda la publicidad oficial y pública, a la "anti-clandestinidad" para conseguir réditos sociales y económicos. ¡Y vaya si los consiguen!
El espectáculo que me mostraron los integrantes de Sr.Barbijo Teatro es un espectáculo realmente digno y que, como todo trabajo que vi de este grupo de actores/actrices, demuestra un prolijo y riguroso trabajo teatral. Bravos, gente así le hace falta al teatro cordobés. Y creo realmente que este IONESCO IN CONCERT podría ser representado en cualquer teatro, con una única condición, que no hagan el intervalo que hacen. En el caso de Casa B, es comprensible, el "under" tiene que mantenerse y necesita recaudar, pero si llegaran a hacerlo en otras condiciones, sólo eliminen el intervalo. Gracias por el hermoso momento que me hicieron vivir.
José Luis Bigi

miércoles, 16 de noviembre de 2011

PAYASOS EN FAMILIA, versión de David Piccotto sobre la obra de Florencio Sánchez

Dramaturgia y Dirección: David Piccotto; Actuación de: Julieta Daga, Luciano Desimone, Laura Ortiz, Guillermo Vanadia y Mariana Rodán; Música: Jorge Fernández; Escenografía y Vestuario: Ariel Merlo; Técnica: Emilio H. Díaz Abregú. Sala: Teatro La Cochera, jueves de noviembre y diciembre.

En esta oportunidad, la obra de Florencio Sánchez que retrata la realidad de una familia de clase media de principios de siglo XX que ha caído en desgracia en lo económico y que apuesta a la salvación a través del azar-juego-apuesta o de "casar a la nena con un rico que pueda mantener a la familia", es una realidad que sigue vigente, muy vigente en este primer decenio del siglo XXI, ya que la clase me media sigue apostando al azar, ha sido encarada en esta oportunidad con la técnica del "teatro en el teatro". Cuando entramos a la sala de La Cochera, nos encontramos con que hay dos posibilidades para ubicarse, al frente o atrás de un biombo que corta el espacio escénico en dos mitades. Yo me ubiqué en el "adelante", donde los clowns representan los personajes de la obra de Florencio Sánchez; en el "atrás" los clowns son clowns que deben convertirse en personajes pasando al "adelante".
El planteo de "el frente de escena opuesto al tras de escena" es realmente inteligente; nuestra atención, la de los espectadores, está permanentemente activada porque tenemos que ver lo que pasa en nuestra mitad y entender lo pasa en la otra. Y todo es absolutamente entendible.
Las actuaciones son impecables ya que en todo momento son clowns que juegan a ser personajes, pero siempre desde la perspectiva del clown. Quizá sería justicia decir que Julieta Daga es quien logra de modo excelente este objetivo, pero también es justicia decir que el resto de los actores son excelentes. Sólo debo objetar que, aún estando muy bien, en el actor que hace de padre predomina el payaso por sobre el clown. Y esto es comprensible ya que el actor pertenece al "Circo de Bolsillo", quienes hacen circo, excelente circo de payasos, en Carlos Paz y en el Parque Sarmiento. Pero creo que ha sido un acierto que, este grupo de clowns que tanto nos han divertido y emocionado con sus "Mediasnoches Payasas", haya demostrado una generosa apertura invitando a un payaso de otro grupo. Esto, indudablemente, habla bien de los clawns de Mediasnoches Payasas y habla de la loable actitud que los teatristas cordobeses están teniendo últimamente, integrándose los unos con los otros. Al respecto, fue una enorme alegría comprobar que Emilio Díaz Abregú formara parte del elenco, aunque..., ¿cuándo lo veremos nuevamente en el rol de actor? (Los que te vimos en "El Gran Fleita" quisiéramos verte nuevamente como actor).
Para los espectadores, todo el tiempo que la actuación requiere, pasa rápidamente, y eso es porque las actuaciones son excelente y porque los actores nunca se convierten "en" el personaje, sino que siempre "son" el clown que se encarga de hacer un personaje. Y porque la comunicación entre ellos, los actores, es una comunicación de complicidad, de improvisación y de diversión. ¡Los actores se divierten en escena!, y si ellos lo hacen, también nosotros, los espectadores, lo hacemos: nos divertimos.
Para terminar, sólo quisiera decir que aplaudo al jurado del Teatrés por haber seleccionado este espectáculo para el goce de los cordobeses y que aquellos que, por un motivo u otro, no vayan a verlos, se pierden una hermosa oportunidad de pasar un momento agradable y de toma de conciencia de nuestra realidad. Definitivamente la dupla Florencio Sánchez-David Piccotto es un placer para los sentidos.
A todos ustedes, gracias.
José Luis Bigi

Dícese, de la persona cuyo cónyuge ha muerto, de Sonia Daniel

Actriz: Sonia Daniel; Escenografía y Urilería: Carolina Fassulo; Diseño de Vestuario: Sofía Jaskowsky; Realización de Vestuario: Elena Reyeros; Pelucas: Ariel Messia; Multimedia: Juan Manuel Díaz; Diseño Gráfico: Juan Manuel Díaz; Fotografía: Javier Velazque; Asistencia de Escenario: Rodrigo Pesce; Asistencia de Dirección: Soledad Cipollati; Asistencia Técnica: Juan Manuel Díaz; Producción: Leo rey y Agrupación Teatral María Castaña; Direcció n General y Puesta en Escena: María Luisa Stille; Sala: Teatro María Castaña.

El texto, hilarante, es excelente. Lo que ocurre o podría ocurrir en la celebración de los 25 años de casados si uno de los cónyuges encuentra al otro muerto, ¡y tirado en el living!
Ese texto hilarante y excelente (sabemos de la gran capacidad dramatúrgica de Sonia porque, entre otras obras, ha escrito El Juego de las Palomas que, además de haber recibido el Premio Dramaturgia 2005 que otorga la Agencia Córdoba Cultura-Area Teatro, leí y...., ¡sigo esperando verla puesta en escena! porque realmente me con-movió, me encantó) se desvanece porque, para mí, se le dio prioridad al texto que al juego (comunicación) con el público.
Un texto como "Dícese...." es eminentemente para un espectáculo de café concert, y la dirección optó por el tradicional escenario frontal a la italiana. Y eso fue una lástima.
Sonia logra una correcta actuación, pero se queda en la corrección, y en este caso hubiera sido necesario un juego de ping-pong con el público. Porque, es mi parecer, la excelencia de este texto se completa "necesariamente" con la intervención del público. Y si bien existió una intervención del público en la oportunidad en que vi el espectáculo, esta intervención fue mínima, mezquina, ¡porque la puesta frontal atentó contra la interacción!
Lo hipotético no sirve nunca porque en arte, "lo hecho hecho está", pero me arriesgo a imaginar que, si a este espectáculo lo hubiera dirigido Leo Rey, pareja de Sonia Daniel, que ha demostrado sobradamente su capacidad didáctica y de interacción con el público en los espectáculos que ha llevado a los colegios secundarios, el resultado hubiera sido superior.
Con esto no quiero decir que no fue correcta la dirección de María Luisa Stille, pero creo que la dramaturga primó por sobre la actriz y la puesta.
José Luis Bigi

martes, 8 de noviembre de 2011

KASSANDRA, de Sergio Blanco

Dirección: Cipriano Argüello Pitt, Actuación: Martín Suárez, Música en Escena: Pablo Cecere, Asistencia de Dirección: Viviana Grandinetti, Traducción al griego de Las Troyanas: Sergio Cáceres, Diseño y Realización del Mapa: Guadalupe Suárez Jofri, Diseño Gráfico: Lucas Chami, Prensa: Víctor Conci, Producción: Gisele Chavi. Sala: DocumentA/Escénicas, sábados de septiembre, octubre y noviembre.

Dieron sala, entramos y, mientras lo hacíamos y nos acomodábamos en sillas, Martín Suárez, el actor, hablaba, y lo hacía en inglés. Me quedé esperando que la obra empezara, es decir, que se abordara el castellano, pero el actor siguió hablando en inglés y yo, lentamente, empecé a entender que la obra ya había empezado. Y puse todos los sentidos para entrar en el juego teatral cuando Martín dijo algo así como I'm Kassandra, I'm a man but my name is a woman's name. Would you know why I'm a man with a woman's name? Y siguió con su relato, relato que, gracias a la excelente actuación de Martín, me fue atrapando de un modo casi mágico, tanto como para que, cuando no había pasado ni media hora, ya me hubiera olvidado que el texto era totalmente en inglés.
Kassandra nos invita a un ágape, una reunión de camaradería porque you are my friends, all of you are my friends, aren't you?
Y la mesa lucía un hermoso mapa pintado de Grecia, de Troya. Y nos sirvieron cordero (sacrificio), vino y pan (la comunión, la última cena), anticipándonos que presenciaríamos un sacrificio, el de Kassandra vendiendo su cuerpo a todo tipo de clientes, incluso a los couchon, a los que les gusta el sadomasoquísmo, práctica que a Kassandra no le agrada pero que realiza porque I need money and the couchon pays good money! Y es una comunión porque a nosotros, sus amigos, nos cuenta casi como una íntima confesión, la verda de su vida, la soledad, la relación con sus padres, con sus hermanos, con la sociedad. Y es entonces que apela a Casandra, la hija de Hécuba y Príamos, reyes de Troya. Y, sacerdotiza (busca en la mochila cartas de tarot) de Apolo con quien pacta, a cambio de un favor carnal, la concesión del don de la profecía. Pero cuando adquiere este poder, rechaza el amor de Apolo quien, al verse traicionado, la maldice y la condena a seguir con el don de la adivinación, pero a la desventura de que nadie le creería jamás sus profecías. Casandra previó la destrucción de Troya, la muerte de Agamenón y su propia desgracia, pero fue incapaz de evitar esas tragedias ya que su familia pensaba que estaba loca.
Kassandra también prevé sus propio final, lo prevé en las cartas del tarot, ve el accidente del taxi que debía llevarla al domicilio de su cliente couchon. Y va, va a su propia desgracia.
Kassandra, en la versión de Blanco-Argüello Pitt, es un taxi-boy sudamericano emigrado a trabajar en la cuna del capitalismo, donde ha aprendido un inglés básico, el de la calle, y el de la calle de los barrios marginales de inmigrantes latinoamericanos, inglés plagado de errores gramaticales, de construcción y de pronunciación. Este rasgo, justamente, aumenta la condición de paria de esta/e Kassandra que, a pesar de todo tiene un perfil tierno e inocente, ama a Abba, el conjunto músico sueco, especialmente una canción que habla de que quien gana toma todo el dinero; pero también es tierno e inocente porque ama a Scarlett, de "Lo que el viento se llevó", y es fanático del conejo Bugs Buny, personaje infantil que siempre triunfa, que nunca es cazado por Elmer, su eterno cazador.
El/La Kassandra que vimos es un personaje hiperrealista, de absoluta actualidad, con un texto absolutamente dramático y excelente, como así también fueron excelentes la puesta (concebir como un sacrificio y última cena, como una confesión necesitada por un personaje en soledad, un paria de la sociedad, un ser humano cabal pero considerado por todos como un loco) y una excelente actuación. Al respecto, confieso que una de las cosas que más me emocionaron cuando salí de la sala, fue comprobar que Martían Suárez, a quien he visto en distintos personajes, ha alcanzado un nivel actoral de excelencia. El manejo de los tiempo dramáticos, las transiciones de la tragedia a la comedia y viceversa, la interactuación con el público siempre respetuosa (you are a boy, you are a boy, you are my boyfriend; it's a joke, man, I love you, it's just a joke) mientras con el puño cerrado se golpea el corazón y después señala con el brazo extendido hacia el espectador con la "V" de la victoria.
También creo que fue un acierto la participación de Pablo Cecere con su contrabajo, personaje omnipresente que conoce la historia de Kassandra, que lo acompaña, que le ayuda a comunicarse con el público cuando Kassandra dice palabras en inglés que cree son incomprensibles para el público porque lo son para él/ella (forbid-forbidding). Personaje que transmite, a través de su música, los estados de ánimo de Kassanra, pero que también se convierte en protagónico cuando ejecuta y canta la canción Money de Abba en versión completa, personaje que, a través de su mirada evidencia que quiere profundamente a Kassandra, pero que no puede impedir el trágico final, el final de tragedia griega a pesar de que, en este caso particular y por ser contemporánea, la tragedia le ocurre a un paria, no a un noble.
Para terminar, me gustaría transcribir un soneto titulado Casandra, de Francisco Álvarez Hidalgo:
En soledad, clavada de agonía / vivo mientras la voz clama y aunque / por carecer, para mi desventura / de credibilidad mi profecía. // Es mi palabra admonición sombría / de la amenaza trágica futura, / oída, no escuchada... Qué locura / tener a un sordomudo por vigía. // Oigo el grito de horror en cada canto, / detrás de la sonrisa veo el llanto, / y en la opulencia el fuego destructor. // ¿A qué fin se me han dado estas visiones? / Soy la sibila de las destrucciones, / Considerada menos que un rumor.
Menos que un rumor..., esa es la Kassandra que Blanco, Argüello Pitt, Suárez, Cecera y Grandinetti nos ofrecieron en la sala de DocumentA/Escénicas. A todos ellos, gracias

José Luis Bigi

viernes, 28 de octubre de 2011

SE TE VINO LA NOCHE, cuando a un bueno le pasa algo malo, de Daniel Pereyra

En escena: Sergio Heredia, Mario Gorostidi, Jorge Juárez, Javier López, Mónica Morea, Leandro Pineda, Verónica Ripoll, Marcelo Trujillo, Ernesto Salas y Dimas Games; Técnica: Lucas Solé; Dirección: Paco Giménez; Teatro La Cochera, viernes de octubre.

El Libro de Job fue escrito, según coinciden la mayoría de los estudiosos, hacia 1473 a.C. La temática de este libro de la tradición judía es "el sufrimiento del inocente". Ya desde la más remota antigüedad, los pensadores se ocuparon del problema del hombre bueno que sufre y del hombre malo que es feliz. Platón se ocupó del asunto sin encontrarle una solución que no chocara con la filosofía y la moral.
La temática de Job, el sufrimiento del inocente, es tratada de modo abundante en la mitología griega; baste sólo mencionar a Prometeo, a Edipo, a Hércules.
En El Libro de Job, el protagonista es un hombre religioso, bueno y justo a quien Dios permite que Satanás someta a numerosas y espantosas pruebas. Mientras Job sufre bajo el influjo del Mal, tres buenos amigos intentan consolarlo tratando de convencerlo de que todo su sufrimiento es debido a sus pecados. Job se enfurece, pues él sabe que nunca ha pecado, que acusarlo de pecador es un infundio.
Por último, Dios en persona se hace presente y le explica a Job que todo se trató de una prueba, de una apuesta que Él había hecho con Satanás. Y le devuelve con creces la felicidad.
Hasta aquí, la historia bíblica. Respetada casi a rajatabla por Daniel Pereyra, pero éste finaliza con la rebelión de Job por no entender el por qué de esa actitud de Dios. Y es justamente esa rebelión el mayor acierto, desde el punto de vista ideológico-filosófico del autor, en la versión presentada por este grupo de actores de La Cochera.
Los actores, en complicidad con el director, ubicaron a la acción en Córdoba. Todos los personajes, a excepción de Job (encarna la universalidad del hombre que no se explica el por qué de los sufrimientos), hablan en cordobés; algunos de modo exagerado, otros, como Dimas Games, en el exacto modo cordobés de hablar.
En la versión que vimos en La Cochera, Job se nos presenta ya en la última etapa de su sufrimiento, de sus pérdidas. Sabemos, por los parlamentos que se van sucediendo, que Job supo tener casa, trabajo, una moto y una novia. En el presente de la obra, ya no tiene nada e incluso es avasallado por la novia Jésica, quien le pasa por encima de la espalda la valija con el equipaje.
Los amigos intentan vanamente reanimarlo, rescatarlo, pero Job rechaza toda ayuda; quiere entender por qué le pasa lo que le pasa. E increpa a Dios.
Dios, omnipresente a lo largo de la obra, en un plano superior y con sombra en su rostro (¿acaso alquien sabe cuál es el rostro de Dios?), está perfectamente encuadrado por el marco de una ventana, lo que nos remite a un cuadro. Y hubiera sido muy bueno que, cuando Dios habla, al final de la obra, lo hubiera hecho sin asomarse, conservando la incógnita de su rostro, porque con las apariciones interrumpe el ritmo del parlamento, parlamento muy importante por cierto en el contexto ideológico-filosófico de la obra, y porque al hacer visible su rostro, lo humaniza quitándole la condición Divina.
Dios le recuerda a Job que Él creó el Universo, que Él es el único que da y que quita; en una palabra, le dice a Job que los hombres somos sus títeres, sus marionetas y que Él y sólo Él maneja los hilos.
Y es justamente esa revelación soberbia de Dios la que provoca la rebelión de Job cuando, manejando la moto con Jésica como pasajera, arroja el manubrio, sinécdoque de la moto (símbolo de poder para Job porque él la maneja, porque él la hace avanzar y frenar) y sale raudamente de escena. ¿Abandona la bondad? ¿Abandona a Dios? No lo sabemos, pero son alternativas posibles ya que el final queda totalmente abierto y nos permite, a cada uno de los espectadores, dar el cierre de acuerdo a nuestra ideología, a nuestra concepción filosófica de la vida.
La puesta es excelente y la apelación a la tecnología con la proyección del botón de ayuda, botón que termina en medio de la frente de Job, botón identificado con un signo de pregunta, es lo que nos lleva a pensar que Job terminará en rebelión, porque termina con un interrogante y todo aquel que tiene un interrogante se vuelve anticonformista, es decir, revolucionario. ¡Vaya acierto del autor! y ¡Vaya acierto de la puesta, la dirección y los actores!
Director y actores optaron por el humor, y tengo que decir que, para mí, se trató de una elección acertada porque la profundidad de la temática sólo puede ser abordada a través del humor. Un tratamiento carente de humor hubiera resultado tremendamente tedioso.
Poe último, quiero destacar que las actuaciones fueron bastante parejas, pero creo que es justicia decir que Dimas Games tiene un ángel especial que capta la atención del espectador y se impone por sobre los demás actores.
A todos ustedes, Sergio, Mario, Jorge, Javier, Mónica, Leandro, Verónica, Marcelo, Ernesto, Dimas, Lucas y Paco, gracias, muchas gracias por el hermoso momento que me permitieron vivir.
José Luis Bigi

jueves, 21 de julio de 2011

VALOR AGREGADO

Dramaturgia: Tomás Gianola y Gabriel Andrés Pérez; En Escena: Tomás Gianola y Gabriel Andrés Pérez; Música Original: Clara Presta; Vestuario: Yohana Pereyra; Fotografía-Gráfica: Rosario Gianola; Producción y Operación Técnica: Sebastián Javier Pellegrini Ortega; Puesta en Escena: Tomás Gianola y Gabriel Andrés Pérez. Teatro La Cochera, Ciclo F.E.A.Te.C. 2011

Cuando entramos a la sala, nos encontramos con un modesto taller de zapatería, de esos que, hasta hace 20 años abundaban en Argentina y que hoy, con el "compre-use-tire-vuelva a comprar" que se ha instalado en el mundo, practicamente han desaparecido. En el taller, Leonardo (G.A.Pérez), descalzo y con el torso desnudo, está realizando la rutina que se puede realizar en un taller de compostura de calzado. Leonardo no pasa desapercibido pero tampoco llama la atención, es un zapatero arreglando un par de sandalias rojas. Y entra Esteban (T.Gianola) de un modo torpe, llamanto tremendamente la atención. Viene cansado, maldormido, malhumorado. Pero Leonardo permanece impasible; sí, se conocen, y muy bien. Tan bien se conocen que ni siquiera necesitan mirarse para saber lo que está haciendo el otro.
Leonardo se viste como para ir a comprar repuestos; Esteban revisa y hace cuentas con una calculadora de hace más de 20 años que funciona porque Leonardo la conecta. Y la conecta porque conoce el funcionamiento del taller; ha trabajado durante años en él.
Y cuando Leonardo le pide plata a Esteban para ir a comprar una plancha para zuelas, éste le dice que la saque del bolsillo, es decir que Leonardo mete la mano en el bolsillo delantero de Esteban, accion que, por el modo de uno en el meter la mano en la intimidad del pantalón y del otro de no acusar recibo, suponemos que es cotidiana, muy cotidiana, cómplice.
Y cuando Leonardo ha partido, Esteban, en soledad, toma una caja que sabemos contiene cosas muy importantes para él por el modo en que, cuando Leonardo quiso tocarla, Esteban reaccionó: ¡No, esa no!
La caja contiene zapatos de mujer, y a cada par que Esteban saca, le asigna un nombre. ¿Han sido novias? ¿Amores? ¿Experiencias sexuales? No lo sabemos, pero vemos que al último par, el de sandalias negras con taco, no le asigna nombre, las calza y empieza a caminar trastabillando, sin saber cómo caminar con tacos, pero a medida que avanza en el caminar, se yergue y termina caminando con soltura, con dominio de los tacos.
El café se quema, Esteban se quema; Leonardo no le da importancia, se limita a limpiar la carpeta con un repasador percudido, muy percudido, muy usado. ¿Acaso la relación de Esteban y Leonardo no es una relación percudida, reiterativa, muy usada? Leonardo tiene que irse, pero no se va; Esteban le busca pieza en los clasificados, pero no encuentra; Leonardo dice que, como decía el padre de Esteban, si uno se cae oche veces, se levanta nueve; Esteban le pide de modo imperativo que olvide al padre; Leonardo y Esteban se conocen desde siempre, crecieron juntos, uno como empleado, el otro como hijo del dueño, pero ambos de la misma edad, ambos con el mismo sentimiento que mientras vivìa el padre podían obviar pero que ahora, en el presente de la obra, podrían enfrentar y no se animan, ambos gritando la soledad, la necesidad de tocar, de ser tocado. ¿Qué es si no el clamor de Esteban gritando ¡Tocame, tocame!? ¿Y qué es si no el clamor silencioso de Leonardo cuando se desnuda sobre la mesa de Esteban con el cuerpo temblando por la angustia del "por favor, vení, tocame"? ¿Y qué es si no la finta de lucha cuando Leonardo quiere entregarle el maletín al viejo y Esteban se lo impide argumentando que está cerrado?
La escena final, cuando Leonardo, cambiado, dice que se va, que no sabe a dónde, que no sabe con quién; cuando Esteban le pregunta, le repregunta por tercera o cuarta vez, ¿te vas? y Leonardo contesta , y se va, nosotros, espectadores, nos preguntamos ¿por qué Leonardo no le pregunta querés que me quede?, para que Esteban le diga sí. Porque la obra es un grito desesperado de soledad, dos soledades cuyos motivos podemos suponer, pero que en la obra no se dan, soledad que deberán cargar de modo atávico Esteban y Leonardo.
El texto y la estética de la puesta son un excelente mix de teatro del absurdo con grotesco. Nos reímos a lo largo de la obra, los diálogos, por momentos, son incoherentes, absurdos, obvios, y por eso, muy graciosos. Pero cuando salimos de la sala, cuando yo salí de la sala, lo hice con un sabor agridulce en el alma; dulce porque había presenciado un excelente trabajo; agrio porque me hicieron vivir la soledad inherente del ser humano. Entonces entendí el título, Valor Agregado, eso que tenemos que añadir a las cosas naturales para ser completadas como un bien. Ese valor que tanto nos cuesta agregar-nos para estar bien, para vivir bien; ese valor que no-nos-agregamos y que, por eso, padecemos la inherente soledad del ser humano.
José Luis Bigi